CONOCERSE ES ACEPTAR SOMBRAS
- Vaal
- 26 abr 2018
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por:
Nuestros mecanismos de defensa hacen que a menudo neguemos con fervor nuestros defectos. Sin embargo asumirlos es el primer paso para superarlos

Tenemos que saber si la vida que estamos viviendo es la que realmente queremos vivir, y si nos estamos dirigiendo hacia lo que queremos ser. Sin embargo, no resulta tan fácil. Llenamos nuestra vida de obligaciones o de distracciones y nos engañamos luchando por objetivos que no nos garantizan la felicidad. ¿El resultado? Individuos neuróticos que conformamos una sociedad neurótica.
Nuestra sociedad influye favoreciendo que determinados trastornos psíquicos sean cada vez más frecuentes, como los depresivos, de ansiedad, de la conducta alimentaria, etcétera.
Una sociedad en la que una gran parte de los miembros que la integran están neuróticos, puede catalogarse como neurótica. Las causas son múltiples y complejas. Entre otras el estrés, el abuso del alcohol, las drogas, la soledad, la prisa, las cada vez más frecuentes rupturas amorosas, la necesidad de adaptarse a continuos cambios sociales, la progresiva tecnificación de la vida cotidiana, la des-humanización de determinadas actividades, profesiones o ambientes.
Nos volvemos neuróticos fundamentalmente por las experiencias que hemos tenido a lo largo de nuestra vida y por el modo en que hemos reaccionado ante ellas. La interacción con la familia y el ambiente social suele ser bastante relevante. Una sociedad neurótica facilita que sus miembros se neuroticen, cerrándose a un circulo vicioso.
Hay que hacer una vida sana desde el punto de vista físico: durmiendo lo suficiente de forma regular, evitando el sedentarismo y haciendo una alimentación equilibrada, sin abusar del alcohol ni de los excitantes como el café, y libre de sustancias nocivas, como el tabaco o las drogas. Además, hay que procurar el equilibrio psicológico a través de un buen auto-conocimiento personal, una buena autoestima y una suficiente capacidad de adaptación a la sociedad en la que vivimos.
Creo que una vida sin amor tiene poco sentido. Me refiero no solo al amor de pareja, si no también al amor en cualquiera de sus expresiones, al fraternal, paterno-filial, al de la amistad, etcétera. Es necesario querer y sentirse querido, al menos en alguna de estas formas; de lo contrario, la vida estaría vacía de contenido. A veces nos resulta muy difícil querer a determinadas personas, debido a que plantean demasiadas dificultades en sus relaciones amorosas. Los excesivamente celosos, posesivos o dependientes, los egocéntricos, narcisistas, egoístas, inmaduros, agresivos, hipercríticos, así como los eternos mentirosos, infieles, fantasiosos, los individualistas o los analfabetos sentimentales. En muchos casos, estas personas tienen un trastorno de la personalidad.
El verdadero amor consiste en buscar la felicidad del otro y vivir la felicidad de este como propia. Esto exige generosidad e inteligencia para conocer lo que al otro le puede hacer feliz. Por eso a veces nos resulta difícil amar de verdad, porque no siempre queremos o sabemos poner en práctica esa generosidad y ese tipo de inteligencia. Hay que interesarse verdaderamente por el otro, sobre todo por sus emociones y sentimientos. No basta con querer, hay que saber querer. Hay personas que sienten afecto por alguien y sin embargo, le hacen profundamente infeliz.
En el amor se debe buscar lo positivo y no lo negativo. Es imprescindible saber perdonar y pedir disculpas. Las personas que solo se fijan en lo negativo y que están siempre acordándose y recordando a los demás los aspectos negativos de una relación, se vuelven rencorosas y se amargan a si mismas y a los que están a su alrededor.
La personalidad se compone de dos elementos: el temperamento y el carácter. El temperamento es algo que se tiene desde el nacimiento, y casi no cambia a lo largo de la vida. El carácter se configura en función de las sucesivas experiencias que vamos teniendo, y tiene que ver con la educación recibida, la cultura y la interacción con otras personas. Es el principal responsable de que la personalidad se vaya modificando a lo largo de la vida.
El conocimiento de uno mismo es algo verdaderamente necesario, porque surgen mecanismos de defensa inconscientes para proteger nuestra autoestima que nos dificultan ser verdaderamente objetivos.
Procurando no solo a través de la introspección, es decir, de lo que vemos cuando nos miramos por dentro, sino también en función de nuestros comportamientos habituales y de la referencia de los demás.
Hay que asumir con naturalidad la presencia de aspectos negativos en el interior personal y aceptarse a uno mismo con ellos. Nos podemos a querer a nosotros mismos, y los demás también nos pueden querer, A pesar de cualquier aspecto negativo.
Conocernos mejor es un modo de poder calibrar las capacidades con las que contamos y, por tanto, de lograr elegir mejor nuestros objetivos.
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